1. Ambientación

#QuédateEnCasa. Busca un espacio donde estés cómodo, tranquilo y dispón tu mente y corazón para vivir este encuentro con Dios. Si tienes la oportunidad, puedes desarrollarlo también en familia.

1.1 Oración inicial: Comienza a dirigir la oración mediante una invocación al Espíritu Santo, posteriormente, agradece y agrega intenciones a la oración, alusivas a los Dones del Resucitado (paz, sacramentos, alegría, misión, Espíritu Santo y perdón de los pecados) para que seamos dignos de recibirlos. Cierra la oración con un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.

2. Leamos la palabra y meditemos.

Saca tu Biblia y lee Juan 20, 19-23, después, realiza una reflexión mental (a viva voz en caso de estar en familia), guiado por la respuesta a las siguientes preguntas:

  • ¿Qué día sucedieron estas cosas?
  • ¿Quiénes estaban reunidos en el cenáculo?
  • ¿Quién se presentó y cómo los saludó?
  • ¿Qué experimentaron los discípulos al ver a Jesús?
  • ¿Qué significó el soplo sobre ellos?

3. El papa Francisco nos enseña.

El sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, también nosotros lo llamamos de la Confesión, surge directamente del misterio pascual. De hecho, la misma noche de la Pascua, el Señor se apareció a los discípulos encerrados en el cenáculo, y, después de dirigirles el saludo “¡La paz con ustedes!”, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados”.

Este pasaje nos revela la dinámica más profunda que contiene este sacramento. En primer lugar, el hecho de que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos darnos a nosotros mismos. No puedo decir: “Me perdono los pecados”. El perdón se pide, se pide a Otro. Y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús. El perdón no es el fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, un don del Espíritu Santo, que nos llena con la misericordia y de gracia, que fluyen sin cesar del corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado.

En segundo lugar, nos recuerda que solo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando nos vamos a confesar, con un peso en el alma, un poco de tristeza y cuando sentimos el perdón de Jesús estamos en paz; con esa paz en el alma tan bella que solo Jesús nos puede dar. ¡Sólo Él!

  • Homilía del Papa Francisco, 19 de febrero de 2014.

3.1. Actividad: Divide una hoja de papel a la mitad, en la primera parte deberás relatar una escena en la que se haya cometido un error y tras ello haya una reconciliación, mientras que, en la segunda mitad de la hoja, redactarás la misma historia con un final alterno en el que el asunto no se haya manejado como Jesús nos enseña. Al finalizar, deberás desechar el final alterno y conservar el que se ajusta a los dones del Señor, y así recordemos cómo proceder.

4. Compromisos.

4.1. Privado: Aprovecha los días que quedan de Cuaresma y reconcíliate con quien lo necesites, si estás en paz con todos, envíale un mensaje a quien hace mucho no le hablas.

4.2. #RetoSemanalPJ: Comparte en tus redes sociales una foto de tu comunidad juvenil en la que se refleje la Alegría que Jesús nos regala, aún en medio de las dificultades.

5. Oración final

Trae a tu mente aquello de lo cual quieres deprenderte para recibir la Pascua y con ella, los dones del Resucitado. Dirige la oración, teniendo en cuenta lo anterior y demás intenciones personales. ¡No te olvides de agradecer!