Nos encontramos a puertas de vivir  la semana más importante para los católicos del mundo. En la que cada año, conmemoramos la Pasión de nuestro señor Jesucristo, que inició con su entrada triunfal a Jerusalén, día que conocemos como Domingo de Ramos, y termina en el Domingo de Resurrección, habiendo pasado por importantes acontecimientos como la Última Cena, el lavatorio de los pies a sus discípulos y su muerte en la cruz.

Anualmente nuestra Iglesia se congrega en torno de celebraciones litúrgicas y los templos estallan de personas que reconocen en la semana mayor el espacio propicio para fortalecer su fe a través de la conmemoración de la muerte en cruz de Jesús, y “volver a la vida”  como cristianos limpios, arrepentidos de corazón y dispuestos a honrar y servir a nuestro Dios.

Sabemos que en esta ocasión nos encontramos atravesando una dificultad mundial que no nos va a permitir congregarnos en los templos, como acostumbramos a hacerlo para celebrar el misterio fundante de nuestra la Iglesia, sin embargo, no debemos olvidar que Dios está en cada uno de nosotros, en nuestros hogares y en nuestras familias, y que de igual forma debemos tener nuestro corazón dispuesto y preparado para vivir esta semana santa con la misma fe y piedad que caracteriza a los buenos católicos,

De la misma manera en que solemos prepararnos para cualquier evento que nos despierta interés, debemos prepararnos para esta celebración, que como bien dijo nuestro Arzobispo, Jorge Enrique Jiménez Carvajal, nació en las familias o iglesias domésticas, a donde vuelve nuevamente este año. No nos olvidemos de prepararnos desde el ayuno, la oración, la reflexión personal, el silencio y la austeridad.  

Acojamos con gozo y alegría la oportunidad de vivir la Semana Santa desde nuestros hogares y nuestras familias, aprovechemos este momento para aprender a orar en comunidad y unirnos en torno a esa oración, y veamos en cada integrante de nuestra familia, grande o pequeño, un catequista que puede traernos un mensaje de paz, alegría, fe y esperanza en estos tiempos de tribulación.

Con corazón dispuesto estemos listos para este momento especial y tengamos siempre presente que como nos dijo nuestro Arzobispo en su mensaje a las familias para esta Semana Santa: No volveremos atrás, en lo que nunca hemos debido perder en el caminar de los años.