Hoy, cierra los ojos por unos minutos y reflexiona. Recordemos cada caída que él tuvo por el gran peso de nuestras culpas en la cruz, piensa en cada latigazo que a diario le damos a Jesús, en cada humillación que pasó en frente de todo un pueblo, en cada espina que cada uno de nosotros puso en esa corona que le impusimos.

Hoy viernes de semana santa, siente su dolor, pero también siente ese amor puro que él tuvo por ti y por mí, amor tan grande que lo llevó a morir en esa cruz para salvarnos.

Tomate unos minutos para agradecer a Jesús por ese amor puro y doloroso, y por la entrega en esa pasión. Hoy decídete morir tu también con el, pero no físicamente, sino a morir al pecado, entregate tu también para que pueda morir ese hombre o esa mujer vieja que hay en ti, entrega en esa cruz tus miedos, tu egoísmo, tus fracasos, tus sufrimientos, tus defectos, tu rebeldía, tu soberbia, tu desmotivación y así podrá resucitar con el, en su pascua de resurrección, todo lo bueno que a causa del pecado había muerto en ti.

Deseo que pueda resucitar en nosotros el amor, hacia Jesús, hacia el otro y hacia nosotros mismos.

El camino de la cruz del Señor nos alienta y nos llena de consuelo en estos tiempos difíciles que atraviesa la humanidad, Asumir la cruz es asumir con humildad nuestras debilidades, pero también nuestra responsabilidad de entregarlo todo para el servicio de los demás.

Pero en esta travesía no caminamos solos, Dios va a nuestro lado siento nuestra guía, el que ya recorrió el camino y obtuvo victoria, nos indica a nosotros los pasos que debemos dar, y diciéndonos que no importa cuan pesada sea nuestra cruz, siempre sera mas grande el amor y la misericordia de Dios que nos ampara y nos fortalece.