1. Ambientación

#QuédateEnCasa. Prepara música de fondo que te ayude a disponer tus sentidos a este momento de oración. busca un espacio donde estés cómodo, tranquilo y dispón tu mente y corazón para vivir este encuentro con Dios. Si tienes la oportunidad, puedes desarrollarlo también en familia.

1.1 Oración inicial:

Practicando respiración profunda, trata de recordar esos momentos en los que sintiéndote pecador e indigno has recibido el abrazo misericordioso de Dios. Dale gracias y pídele que renueve en ti esos sentimientos y deseos que sembró en tu corazón en ese momento.

Ahora piensa en aquellas veces que te has sido indiferente o arrogante con una persona porque te incomoda su forma de ser o, incluso, por no hacer parte de tus allegados o cercanos y pídele al Señor la gracia de acoger y actuar con ellos como Él lo hace contigo.

2. Leamos la palabra

Busca en tu Biblia el evangelio según san Marcos capítulo 2, versículos del 13 al 17 y proclámalo inicialmente en voz alta, enfoca tu atención en cada personaje, sus palabras y gestos. A continuación, realiza dos relecturas más que te permitan memorizar parte por parte cada momento de este relato bíblico.

Por último, ayudándote con la música de fondo cierra tus ojos (aún no lo hagas) e imagina que eres un espectador más de ese suceso que relata la cita bíblica. Trata de hacerte consciente de cada rostro y sus gestos, cada movimiento de los personajes, cada escenario y grupo de personajes. Si eres un personaje más en la historia, ¿cuál sería tu reacción, tu gesto, tu manera de mirar a Mateo (Leví)?

3. Meditemos la palabra

El tema central en este encuentro personal es la conversión, pero en esta ocasión, esta gracia que Cristo nos concede a través de sus enseñanzas no está dirigida directamente hacia nuestro interior, sino hacia nuestro exterior, hacia nuestras realidades, hacia nuestra forma de ver y juzgar a los demás, a entender la misericordia del Señor como un hermoso misterio. Pero para esto recordemos brevemente la lectura: Jesús llama a Mateo y se sienta a comer junto con él y otros discípulos, muchos de ellos con “mala fama”. Los fariseos se asombran de que Jesús coma con los pecadores, y Jesús les responde con la célebre máxima: «no necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Vemos que los fariseos se escandalizan porque Jesús está con pecadores y empiezan a cuestionar su conducta. Reflexionemos un momento: ¿He visto en mi vida a Jesús en medio de pecadores? Probablemente la respuesta sea que sí (Mt 19-20) y puede que en algún momento nos hayamos sorprendido por esto: Cuando vemos a alguien que no esperábamos ver en misa, o en algún servicio, incluso en nuestros propios hogares, con nuestros hermanos o padres, por mencionar ejemplos comunes. Ponemos etiquetas que pretenden definir a una persona por lo poco que las conocemos y limitamos nuestra mirada solo porque esta persona tiene características o formas de ser que me incomodan o no son acordes a mi forma de ver el mundo. Existen infinidad de ocasiones en la que podemos estar juzgando, siendo soberbios o alejándonos de la misericordia que Dios nos propone para vivir.

Hermanos, en este tiempo de Cuaresma, Jesús quiere tomar y limpiar nuestra mirada (Mt 7,3) para que confiemos en la misericordia de Dios, que trabaja en todos los pecadores. Jesús se proclama como el médico de los nuevos tiempos, que viene a sanar a una humanidad enferma por el pecado. Dejémonos sanar por Él para que la próxima vez que seamos tentados, nos cuestionemos: ¿Qué quiere el Señor lograr en esa persona? Y orar para que lleve a cabo esa obra.

4. El Papa Francisco nos enseña.

La liturgia nos habla hoy de la llamada de Mateo, el publicano, elegido por Dios y constituido apóstol. Mateo era un corrupto porque, por dinero, traicionaba a su patria. Era un traidor de su pueblo: lo peor. Y alguno puede pensar que Jesús no tiene buen sentido al elegir a la gente porque, además de Mateo, eligió a muchos otros sacándolos del lugar más despreciado. Así la Samaritana y a tantos otros pecadores, y los constituyó apóstoles. Y luego, en la vida de la Iglesia, tantos cristianos, muchos santos fueron elegidos de entre lo más bajo… Esa conciencia que los cristianos deberíamos tener –de dónde fui elegido para ser cristiano– debería permanecer toda la vida, quedarse ahí y guardar la memoria de nuestros pecados, la memoria de que el Señor tuvo misericordia de mis pecados y me escogió para ser cristiano, para ser apóstol.

¿Cómo reacciona Mateo a la llamada del Señor? No se vistió de lujo, ni empezó a decir a los demás: yo soy el príncipe de los Apóstoles, y aquí mando yo. ¡No! Trabajó toda su vida por el Evangelio. Cuando el apóstol olvida sus orígenes y empieza a hacer carrera, se aleja del Señor y se convierte en funcionario; quizá haga mucho bien, pero no es apóstol. Será incapaz de trasmitir a Jesús; será especialista en planes pastorales, y tantas otras cosas; pero al final, un negociante, un negociante del Reino de Dios, porque ha olvidado de dónde fue elegido. Por eso, es importante la memoria de nuestros orígenes: esa memoria debe acompañar la vida del apóstol y de todo cristiano.

En vez de mirarse a uno mismo, tendemos a mirar a los demás, sus pecados, y a hablar mal de ellos. Una costumbre que sienta mal. Es mejor acusarse a uno mismo, y recordar de dónde el Señor nos sacó, trayéndonos hasta aquí. El Señor, cuando escoge, lo hace para algo grande. Ser cristiano es una cosa grande, hermosa. Somos nosotros los que nos alejamos y nos quedamos a mitad de camino. Nos falta la generosidad y negociamos con el Señor, pero Él nos espera.

5. Actividad y oración final.

Toma una hoja de papel cuadrada (preferiblemente de color) y escribe sobre ella los nombres de dos personas que en algún momento hayas juzgado y el nombre de dos personas que te han juzgado por alguna razón.

Posteriormente, accede al siguiente video (https://www.youtube.com/watch?v=07TsQ-FXQxQ) y realiza con ese papel el origami de flor que aparece ahí, mientras piensas en como hubiese actuado Jesús en esas situaciones.

Al terminar realiza una oración por ellos y pon esa cruz a los pies de una imagen de Jesús que tengas en tu casa.

6. Compromisos.

4.1. Privado: Durante la semana tomarás la flor de origami que hiciste y rezarás un Padre Nuestro por las personas que escribiste.

4.2. #RetoSemanalPJ: Comparte un mensaje claro y breve sobre este encuentro con una persona con quien no hablas hace mucho tiempo y pídele que publique contigo ese mensaje con el hashtag.